Este año he salido de viaje de estudios a Irlanda con un par de centros de Educación Secundaria, concretamente a Dun Laoghaire, una población que se encuentra al sur del condado de Dublín. Se trataba de un integración, una primera toma de contacto in-situ, no solo con la lengua inglesa, sino con la cultura, ocio, conviviendo con una familia local, con lo que conlleva; comidas, horarios, idioma, tradiciones, etc.
Salir de viaje de estudios a Irlanda con un grupo de adolescentes de entre 14 a 16 años siempre es una responsabilidad grande, yo sufría con cosas tan sencillas como cruzar una calle, y no es para menos, allí siempre tenemos que mirar a la derecha y no a la izquierda como en España. Además dejarlos con una familia que acaban de conocer sin saber si lograrían entenderse, si comerían algo o si sabrían volver por la mañana con el autobús…me dejaron con el corazón encogido hasta la mañana siguiente en la que los vi y comprobé que son mucho más fuertes y autosuficientes de lo que pensamos.
Las sorpresas:
Primera sorpresa:
Saben inglés…Sí, nuestros adolescentes saben mucho más inglés del que sabíamos nosotros a su edad; la música, Youtube, redes sociales siguiendo sus ídolos favoritos…y los programas bilingües de los centros, hace que sean autónomos con la lengua. Eso sí, también nos dimos cuenta que una cosa es entender el idioma y otra hablarlo correctamente. El camino es largo.
Segunda sorpresa:
La comida les gustaba. En este punto creo que hubo una buena simbiosis entre los estudiantes que pensaban que iban a comer exclusivamente patatas y las familias que se esforzaron en preparar los mejores platos típicos ITALIANOS. Nunca estaré suficientemente agradecida a Marco Polo por introducir la pasta en Europa, sobre todo para estos grupos de estudiantes que me contaban con delicia la pasta boloñesa o la lasaña que habían comida la noche anterior. Las noches que les tocó el turno a platos más tradiciones, supieron valorar los buenos ingredientes irlandeses y no escuché a ninguno de ellos quejarse.
Tercera sorpresa:
Los adolescentes no son como nos los pintan. Después de convivir con ellos durante un montón de horas creo que tienen muchísimos valores, una curiosidad infinita, unas ganas de disfrutar de todo lo que les ofrece la vida tremendas y una generosidad ilimitada. Muchos de nosotros tenemos adolescentes en casa, esos que pensamos que no son hijos nuestros sino del mismísimo Lucifer…pues estamos muy equivocados, pero mucho. Cuando no les vemos, cuando no les interrogamos y en vez de intentar educar compartimos una experiencia, son ellos los que de verdad nos enseñan, quizás no las cosas que nosotros pretendemos, pero otras igualmente curiosas, divertidas, profundas.
Así que después de dos viajes consecutivos con niños de distintos centros, entornos dispares, educación concertada y pública, he de decir que no tengáis miedo, estamos dejando el futuro en buenas manos. Saben lo que hacen.