No deje que su niño vaya al rugby

Escrito por Enrique Olcina @enriqueolcina sobre la ventajas del Rugby y del Rugby en Irlanda;

«Rugby, pero ¿no es demasiado pequeño?»
«¿Rugby? Se hará daño»
«¡Rugby!.¡ Se puede lesionar!»

En todos los deportes de contacto

(aunque en realidad el rugby es un deporte de evitación que suele terminar en contacto) se les enseña a los niños la manera correcta de actuar dentro de unas reglas de juego. En el judo, por ejemplo, se les enseña como regla de seguridad el expulsar el aire cuando van a ser proyectados al tatami porque si hay una sensación incómoda en este mundo es caer en el suelo con los pulmones llenos de aire, que es algo que solemos hacer instintivamente -si no se aprende judo, por ejemplo- ya que contener la respiración es una reacción lógica al miedo. La otra es gritar, que es una de las maneras de expulsar el aire, y una de las maneras en las que en el judo se aprende a expulsar el aire, gritando mientras se cae. 

En el rugby – y como digo, en todos los deportes- se les enseña desde pequeños a mantenerse seguros y en forma. En el rugby se van a llevar algún coscorrón y, según el estado del campo, algún rasguño. También algún moratón y es posible que a medida que vayan creciendo los coscorrones sean chichones, los rasguños desaparezcan y los moratones sean más grandes. Esa es la opción física del rugby.

Claro que no se si es mejor la otra opción.

No deje que su niño vaya al rugby. No deje que aprenda que la derrota y la victoria se saldan saludando al contrario y que has de ser digno en la primera y humilde en la segunda. Que las reglas están para ser respetadas y que quien tiene el libro de las reglas en el campo –el árbitro- es el que más respeto debe recibir, puesto que se le trata de «Señor» y que al señor árbitro sólo le habla el capitán del equipo. No deje tampoco que aprenda que los éxitos de un equipo se celebran en conjunto y que los fracasos de un equipo se solucionan en conjunto, que no hay ninguna estrella ni ningún maldito en el equipo.

_«Todos somos genios. Pero si juzgamos a un pez por su habilidad para trepar un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es estúpido»_.

Bien,no deje que aprenda, a través del rugby, que en el juego y en la vida hay sitios para todos – desde el que está menos en forma y es más lento hasta el que es el más rápido y está más en forma, desde el que es bajito hasta el que es alto, desde el que es hábil hasta el que es torpe, y que el equipo necesita de todos los que quieran jugar. Aunque vea a su hijo ahora con habilidad para trepar, pero de pronto cambie la vida y se convierta en pez … _No deje que aprenda esa habilidad para cambiar y adaptarse, exigiendo con su esfuerzo su puesto en el equipo_.

Tampoco deje que ejercite la disciplina que impone, no una autoridad o un entrenador sino sus ganas de jugar y de ser parte del equipo.

No deje que haga amigos para toda la vida que, seguramente, le enseñarían cosas valiosas que usted está deseando enseñarle pero no sabe como hacerlo como las del esfuerzo y la superación, como las de la autoestima, como las de la confianza. Se lo dice un señor de 46 años que ha hecho un triatlón para poder dar la talla con su equipo de rugby este año.

No deje que su hijo vaya al rugby. No deje que aprenda a caerse y a levantarse, una y otra vez, hasta que consiga hacerlo con una sonrisa que atemorice a quien quiera hacerle mal. Evitará, eso sí, los moratones y las lesiones, y se evitará una fantástica manera de aprender todo lo demás

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